Siempre fui de playa, hasta que me harté. Desde hace 7 años que no piso ni una en verano.
Sin embargo, este año necesitaba respirar mar y verde, pero no soportaba la idea de agobiarme en un arenal lleno de sombrillas, de barullo. Tampoco la de meterme en un claustrofóbico avión para buscar un rincón en el mundo. ¡Buf, quita, quita!, odio volar y todo lo que ello conlleva (aeropuertos, controles, esperas, desplazamientos...). Si no queda más remedio, pues vale, pero pudiendo elegir...
La solución la encontré a 1 hora de casa, seleccionando los lugares y los momentos para disfrutarlos con la mínima presencia humana posible.
Costa Brava, Sol, Agua, Brisa verde y... Paz.
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